
Un cuarto de siglo en el que las víctimas han seguido incansables pidiendo justicia, y donde cada vez más evidente es la incapacidad del Estado costarricense de dar una respuesta.
Un aniversario más para recordarnos que la Guerra Fría también se peleó en Centroamérica y también cobró vidas costarricenses, a pesar de las proclamas de una supuesta neutralidad nacional ante los conflictos vecinos.

Un cuarto de siglo en el que hemos visto partir a algunos de los periodistas afectados por la explosión, llegando al final de sus días dignos, haciendo que las voces que exigen justicia no callen, buscando respuestas tanto en las instancias internas como externas, haciéndonos recordar lo frágil de la sentencia constitucional que garantiza "justicia pronta y cumplida".
Veinticinco años de escuchar las más diversas historias, las diferentes teorías para explicar un crimen, las mil versiones sobre responsables intelectuales. A fin de cuentas, tantas hipótesis sin comprobar, más parecen una nebulosa para tratar de probar que se está haciendo, donde poco se hace.

A fin de cuentas, seguimos oyendo de muchas posibilidades, pero de ningún responsable.
Valga este aniversario para recordar a los fallecidos cumpliendo su deber, a los sobrevivientes que no olvidan y que exigen respuestas para evitar que situaciones como esta se repitan, a los muchos valientes que no pierden la esperanza de recuperar la confianza en la administración de la justicia, a tantos otros periodistas cuyos crímenes algunos buscan que se pierdan en la desmemoria.