22 agosto, 2009

Cartas marcadas, dados cargados o partidos con dueño...

Viernes 21 de agosto, Asamblea Nacional del Partido Liberación Nacional convocada con el fin de elegir los candidatos a diputado que integrarán las papeletas provinciales en las elecciones por realizarse en febrero próximo.

La Asamblea se convoca para sesionar los días viernes y sábado y así finalizar su tarea. Sin embargo, en un derroche de eficiencia poco común en nuestros lares, solamente se necesita la primera jornada para finalizar la tarea.

De un modo sospechosamente ágil, se designan los candidatos a diputados, la mayoría de ellos sin siquiera someter su nombre a votación, sino que electos por aclamación.

La delfina de los hermanos zapoteños logra -impone- sus candidatos en todas las provincias, en todos los puestos, sin discusión alguna, excepto por un par o tres rebeldes que se atreven a someter su nombre a consideración de una Asamblea que no hace más que decir: Sí señora... lo que ustede mande!

El modo en que se realizó esta designación deja claro cómo lo que se impuso fue la línea de partido, cómo la virtud deseable en el ciudadano que postuló su nombre no fue su trayectoria, ni sus atestados, ni su proyecto político, ni su visión de país, ni su honestidad comprobada (también se coló al menos un cuestionado en la lista...); el criterio suficiente fue uno solo: la bendición de la Mamá Grande (y con ella del abuelito engripado).

Liberación Nacional muestra una vez más ayer ser un partido tomado, un partido donde el personalismo y la construcción de una maquinaria electoral son el objetivo último, un partido donde no hay lugar para el disenso, no hay lugar para el debate. Un partido donde los liderazgos frescos se añejan rápido y donde la posición ideal es con la cabeza un poco agachada, atenta a escuchar las órdenes superiores...

Con la designación de ayer queda claro el perfil de la próxima bancada liberacionista... un rebaño tan domesticado como decía Don Pepe, seguidor fiel de la "línea de partido" sin cuestionamiento alguno. Una bancada donde los candidatos ya entraron debiendo, en deuda con la candidata que les da su visto bueno y los impone a una Asamblea... mientras el Gran Hermano está mirando.

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