17 julio, 2009

¿La OEA es cosa de risa?


La crisis política de Honduras tuvo protagonismo clave, apenas consumado el golpe de estado, en la Organización de Estados Americanos. Reuniones extraordinarias, visitas del Secretario General al lugar de los acontecimientos, encendidos discursos de multitud de embajadores, rasgar de vestiduras por la democracia...

La situación ha sido tal, que el organismo decide aplicar lo consagrado en su carta constitutiva y, hecho insólito en la historia de un organismo que tradicionalmente reconoció rápidamente a los gobiernos golpistas, suspender a uno de sus miembros.

Pradójicamente, en su reunión anterior, la OEA decide echar hacia atrás y permitir que Cuba reingrese al organismo, si así lo desea y da pasos hacia una mayor apertura democrática, más de cuarenta años después de haber sido expulsada dada su conversión al peligrosísimo comunismo de las épocas de Guerra Fría. La OEA en los sesenta podía aceptar dictaduras de derecha y estados de seguridad nacional violadores de los derechos humanos como pocos, pero nunca un gobierno de corte socialista, revolucionario y cercano a la finada Unión Soviética.

El caso cubano permite ver un asunto muy sencillo, la medida no funcionó para nada. El gobierno de Castro se mantuvo-mantiene en el poder, el sistema socialista sigue en Cuba, y la OEA muy bien gracias...

Así, ante la crisis política hondureña y la suspensión de Cuba del organismo, vemos nuevamente lo limitado de las acciones y la casi nula efectividad de las sanciones de la OEA.

El gobierno golpista se mantiene, las fronteras hondureñas siguen abiertas (no permitirían los grandes empresarios centroamericanos ver afectados sus intereses económicos por más defensores de las libertades y la democracia que se digan ser...), el estado de sitio y el toque de queda siguen vigentes, el presidente Zelayaanuncia nuevamente su entrada a Honduras...

La OEA ha ido perdiendo protagonismo en el proceso, los intentos de mediación y diálogo son auspiciados por el gobierno de Costa Rica, el presidente depuesto busca apoyo en diferentes gobiernos a partir de medidas concretas (corte de relaciones diplomáticas, no reconocimiento del gobierno golpista, suspensión de las ayudas financieras, entre otras). Así, la presión internacional sigue y puede aumentar, pero la OEA no tiene ya mayor peso... sus medidas no son suficientes para forzar una reinstalación del gobierno y una vuelta al orden constitucional.

Las intervenciones del secretario general del organismo son cada vez menores y juzgadas ahora desde su interés reeleccionista, lo cual le resta legitimidad ante la crisis política y con ello, le limita aún más sus márgenes de acción en busca de una salida al problema hondureño.

Cuarenta y resto de años después, el caso de Honduras, y el caso cubano, no hacen más que recordarnos como dijera Carlos Puebla que la OEA es cosa de risa...

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