21 marzo, 2009

¿Será viable una Asamblea Constituyente?

Los últimos años hemos sido testigos de cambios importantes en el entramado político costarricense: modelos de desarrollo que entran en crisis, reformas constitucionales que entran “por la cocina”, pérdida de credibilidad y espacios en los partidos políticos tradicionales, nuevas fuerzas emergentes, un papel cada vez más activo de parte de organizaciones de la sociedad civil y un largo etcétera son parte del panorama en que convivimos día con día.

Los actores políticos tradicionales buscan reacomodarse en este espacio, sin embargo, ante el rompimiento del bipartidismo tradicional del PLUSC que terminó siendo un monstruo de dos cabezas, han surgido en reiterados momentos las llamadas “crisis de gobernabilidad”. Fundante de este discurso de la ingobernabilidad fue José María Figueres –el malo- quien insistía en que este país no se podía gobernar.

Los gobiernos siguientes se movieron entre fallidos intentos de “combos” y concertaciones ficticias –Rodríguez- o embarcadas a lo Abel Pacheco.

Actualmente, los hermanitos Arias retoman el discurso de la ingobernabilidad. Así, nuestro capitán del barco que se hunde ha llamado la atención sobre el “estar cansado” de tener que dar cuentas de diversos actos de dudosa reputación; ha pedido “que lo dejen gobernar” y acusa todo acto de oposición de “obstruccionismo”, justificando con esto las limitadas capacidades que se han tenido para construir acuerdos nacionales y negociar con los diversos sectores políticos del país.

El otro hermanito, haciendo eco de su capitán cansado, da un paso más allá de la queja, y así, además de regañar periodistas, lanza al ruedo una propuesta en la que pide la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Esta debería conocer, principalmente, aspectos referentes a la estructura del estado. En este aspecto, directamente solicita el reforzamiento del Poder Ejecutivo, ampliando sus facultades; y, por tanto, variando el equilibrio de poderes estatal hacia un sistema donde las fuerzas de oposición verían minimizada su capacidad de acción.

Para el fraterno dúo presidencial, esas serían condiciones deseables para la planeada vuelta del clan al poder en el 2014 (aspiración aceptada por el hoy ministro).

Sin embargo, la propuesta de convocatoria que hace el ejecutivo padece de varios males desde su nacimiento: por un lado, una propuesta de este tipo, que necesita de una amplia discusión nacional, de entrada nunca será bien recibida en año electoral. Así, las críticas al intento de concentrar poder para el presidente que anuncia el hijo de su misma madre se topan con rechazo en el seno del mismo partido de poder, pues lejos de ahuyentar las polémicas que semana a semana golpean la poca credibilidad que queda a diversos sectores del gobierno, las atizan pues, cuando emergen cada vez más casos de corrupción en las instituciones de gobierno se vuelve ya indefendible vender la idea de que la solución esté precisamente en darle más poder al Ejecutivo y minimizar espacios de control.

Un segundo punto donde podemos cuestionar esta posible convocatoria pasa por un asunto de oportunidad: antes que lanzarla como una iniciativa del Ejecutivo en momentos de polarización política nacional debió convocarse un amplio foro nacional que pudiera llegar a esta conclusión. Quitarle el sello “Arias” a la propuesta en estos momentos, es darle un poco de oxígeno a ver si sobrevive… Lastimosamente, la propuesta se lee como una estratagema más del clan familiar para garantizarse en la próxima los espacios que no pudieron disfrutarse en esta…

Un tercer punto de debate tiene que ver con las reservas generadas en el proyecto cuando se anuncia que se convocaría a constituyente pero se asumiría el compromiso de no tocar los temas de derechos y garantías (individuales y sociales). Y es que una Asamblea Constituyente es completamente soberana… por ello, que se anuncie que este tema no será tocado, no puede más que generarnos desconfianza, pues no hay capacidad legal para imponer este compromiso. El solo recuerdo de la historia de nuestra Constitución actual nos lleva a este punto: se convocó para trabajar con un proyecto de constitución que fue inmediatamente desechado para montarse sobre la base de la Constitución de 1871. ¿Qué pudo hacer el Ejecutivo en ese momento? Pues absolutamente nada más que someterse a la voluntad del cuerpo constituyente.

Así, ante el desacierto estratégico que se ha tenido hasta ahora, podríamos cuestionar seriamente: ¿hay ingobernabilidad o hay deslegitimización y pérdida de autoridad del gobierno?

¿Nació muerta la posibilidad de esta convocatoria? Pues parece que si no muerta, sí con pocas posibilidades en el corto plazo… Sin embargo, rescatándole lo positivo, la iniciativa abre el espacio para empezar un debate nacional sobre el modelo de estado que queremos, pues si en algo acierta el Dúo Dinámico de Zapote es en que el estado costarricense necesita profundas reformas estructurales. Seguiremos…

1 comentario:

  1. No es la primera vez que alguien habla de una constituyente, lo sabemos, y también estamos claros en que el estado necesita cambios profundos. Sin embargo, y aquí puedo pecar de reaccionario, prefiero que todo esté como está al menos por varios años, hasta que el tufo Arias desaparezca. No es posible abrirle el portillo a este par, máxime cuando la propuesta se ha hecho de modo tan descarado.

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