Dentro de la gama de fenómenos sociales en la que vivimos y que nos construyen en tanto seres gregarios, pocos encierran tanta curiosidad como las prácticas ligadas a la religiosidad popular.
Más allá del nivel de ejercicio religioso de la persona, una serie de usos y costumbres ligados a lo religioso se instalan en el individuo y terminan convirtiéndose en elementos fundantes de su identidad.
Así; procesiones, ayunos, abstinencias, hábitos, imágenes, oraciones y un largo etcétera, constituyen elementos que conforman la vivencia de cada individuo, pues generan diferentes niveles de arraigo con su entorno familiar, comunal o, en un sentido más amplio, cultural o nacional.
Nadie niega, por ejemplo, el peso que la tradición de la romería al santuario de la Virgen de los Ángeles cada primero de agosto, tiene en la conformación de la religiosidad costarricense, y su papel en la definición de la identidad costarricense: ese culto es por sobre todo "nacional": es el "nuestro", no el de "los otros".
En el nivel local, diversas prácticas perviven y se reconstruyen año tras año, abriendo el espacio del reconocimiento con "el vecino" o con el lugar de origen.
Dentro de las prácticas más tradicionales, el Rezo el Niño sigue siendo una de las más arraigadas en el nivel de lo familiar y su entorno cercano.
Año tras año, entre el 25 de diciembre (Navidad) y el 2 de febrero (Candelaria, día además de la "bendición de los portales") mayoritariamente, diversas familias continúan la práctica de celebrar el rosario que da por concluidas las festividades navideñas.
De preferencia, cantado, y con la presencia de ese pintoresco personaje en "vías de extinción" que es el rezador; el espacio abierto por esta actividad tiene un valor social mucho más allá del religioso. En un momento de reunir y compartir con familiares y amigos, por eso debe repartirse comida, por eso la presencia de cantos y música: es una actividad por definición alegre.
Esta tradición tiene un tinte bastante nacional además, lo común en otras latitudes ha sido la celebración de la novena al Niño (las posadas), actividad que se extiende los nueve días anteriores a la fiesta de la Natividad y que engloba también un carácter comunitario (cada día la posada se realiza en un lugar distinto del barrio), si bien esta novena se practica en Costa Rica, no tiene la fuerza que tiene el rosario, actividad mucho más arraigada en la práctica de la religiosidad popular costarricense.
Particularmente, en medio de la no práctica religiosa del que escribe, el mantenimiento de la tradición es de un valor incuestionable, pues es una práctica que ha estado presente en los usos familiares desde siempre, y, por tanto, un espacio para lo anecdótico y el recuerdo.
La celebración de este rezo se constituye en un espacio para la renovación de los votos de pertenencia, para fortalecer el arraigo que nos permite discurrir por caminos múltiples, complejos y diferenciados; pero siempre conscientes del dónde se encuentra el origen y del quiénes somos.
Super importante rescatar estas cosas. Es nuestra cultura. Nuestra raíz, y es bonito.
ResponderEliminarConozco tu "afición" por el rezo del Niño.
ResponderEliminarEn casa de mis padres se celebra cada año, y yo voy quizá porque es la única tradición religiosa que no implica que me mueva mayor cosa de mi propia casa.
Claro, de niño nunca pudo faltar, tanto para el rezo como para las posadas, que me vistieran de San José, de Niño y creo que hasta de burro o buey.
Saludos.
La tradición familiar pesa mucho en eso.
ResponderEliminarTener un abuelo que toda su larga vida (a sus 98 años se mantiene activo...) ha formado parte de grupos que "ofician" este rosario y la consiguiente fiesta (con las canciones que uno ha escuchado literalmente toda su vida, y por la otra rama familiar una abuela que siempre lo ha hecho; pues lo amarra mucho a uno en esta práctica.
Son muchos años de no rezarlo, pero de que se hace se hace...
Gracias!
Me agradó mucho su comentario. Coincido con usted en que es importante conservar las tradiciones para reforzar los vínculos sociales.
ResponderEliminarMás que aportar un comentario, quiero hacer una consulta: si bien la tradición del Rezo del Niño es muy nuestra, muy costarricense, ¿podríamos decir que es una herencia colonial? o ¿es producto de una influencia posterior a la Colonia?