10 enero, 2009

La banalización del dolor ajeno...

A propósito de los Santos Inocentes, hablábamos de cómo la distancia en el tiempo llegó a convertir un hecho inicialmente doloroso -una matanza de niños- en una ocasión para la broma y el chiste. Referíamos además, cómo esos procesos de deshumanización son cada vez más comunes y cercanos en el tiempo, haciéndolos prácticamente simultáneos al acontecimiento.

Para que esto se dé, evidentemente, son los medios de comunicación los principales responsables, pues el tono y modo en que construyan la información será un elemento fundamental en el cómo el usuario lea y se sensibilice ante tal información.

Vuelvo sobre el tema a propósito de situaciones ocurridas a partir del terremoto del jueves 8 y la reacción de algunos comunicadores o medios de comunicación.

El primer punto que se debe tomar en cuenta en el papel que una figura pública o una persona conocida y que aspira a seguir gritando en la pantalla de la televisión para que el pueblo la vea debe tener. El papel de un comunicador es, en primer lugar informar, dar elementos para la formación de juicio; pero no debe ovidarse que, como figura pública, se convierte en un referente para buena parte de sus observadores -seamos claros, la mayoría de ellos cautivos y no por elección propia- y que su conducta en situaciones de emergencia es referente importante entre el auditorio.

Por ello, debe discernir cuando cabe el chiste y cuando la serenidad. Si bien es cierto, muchas reacciones fueron tomadas cuando aún no se conocía la magnitud de la tragedia, la prudencia y el sentido común mandan que es mejor asegurarse de que la situación no sea grave antes de burlarse de "las viejas que salían gritando" o pensar estar en "tanga roja y en la playa" porque el terremoto "fue divertido".

Reacciones como esa en momentos en que cientos de personas estaban atrapadas, cientos sin saber de sus familiares, miles registrando los escombros para ver si hay algo rescatable, decenas sepultadas con sus allegados sin saber siquiera si el cuerpo aparecerá para hacerlos pasar de "desaparecido" a fallecido, muestran un alto grado de frivolidad, desconsideración e irrespeto por el dolor ajeno. Externar ese tipo de juicios no hacen más que mostrar el grado de deshumanización al que se puede llegar... ver el sufrimiento de los seres humanos convertido en algo banal, algo que da pie para la broma y la charanga...

Por otra parte, reconocemos el importante papel que los medios de comunicación han jugado en todo el proceso, informando, llegando a la gente, ayudando a tranquilizar a quienes lejanos necesitaban saber la magnitud de lo ocurrido. Sin embargo, igualmente es reprochable cuando ante la tragedia evidente, el comunicador no desarrolla más recurso que la reiteración de esa tragedia.

Así, mostrar al padre que llora cuando se le informa de la muerte de sus hijas, pedir una declaración a la madre que acaba de reconocer el cuerpo de su hijo o preguntar qué piensa hacer al jefe de familia que contempla su trabajo de años sepultado por el alud, no es más que un irrespeto al espacio íntimo que debe defenderse en esos momentos. ¿Qué detalle informativo relevante agrega ese tipo de cuestionamientos o imágenes? Ninguno... ya todos hemos visto las imágenes de destrucción y sufrimiento. Detalles de ese tipo no hacen más que exaltar el morbo de los lectores y obligarnos a establecer un alejamiento de la situación. Para consumir ese tipo de información debemos establecer distancias con respecto al semejante... lo convertimos en un otro que sufre, no en un igual con quien ser solidario.

Tratamientos de la información como los descritos, muestra un estado lamentable del ejercicio de comunicador en nuestro país. Antes que formar criterio, ejercer el juicio y construir opinión, vemos como el interés es más bien banalizar eventos, deshumanizar las situaciones, funcionar desde la perspectiva morbosa.

Mucho nos falta para que como lectores y consumidores de los medios, exijamos un mínimo de calidad y respeto por nosotros mismos, nuestra inteligencia y, principalmente, nuestros semejantes.

5 comentarios:

  1. Excelente post. Totalmente de acuerdo, cada vez es más triste ver cómo usan todo para exaltar el amarillismo. Hace mucho se perdió el horizonte y la misión de informar, y creo que es porque realmente no saben lo que informar significa.

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  2. Muy bien apuntado, Marco. Me suscribo plenamente.

    ¿Y qué opinás de esta hemrosura de los comunicadores y demás? "Gracias a Dios aquí (a nosotros, acuyá, a mi familia, a esta zona, etc.) no pasó nada". Claro, porque fue también por Dios que en la otra zona, a los otros, a las otras familias, sí que les pasó de todo. ¿No es así?

    Saludos.

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  3. Es bastante indignante, por ejemplo, ver las fotos de la primera plana del Diario Extra de hoy... y efectivamente, el pobre Dios, que por el "gracias a Dios", "porque Dios quiere", o "Dios mediante", termina siendo salvador de unos y verdugo de muchos otros... triste papel el que le asignan.

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  4. Me pregunto si la indignación de tanta gente por la portada de la Extra de ayer servirá de algo. Usualmente ellos responden a las quejas como si fuera la gran charanga del mundo y excusando su falta de consideración como "libre expresión".

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  5. Yo no creo que sirva de nada en cuanto a los editores del Diario Extra se refiere. Creo que debería empezar a incidir en los consumidores, si la indignación se da en la gente que lo compra, y por tanto se reducen las ventas, sí podría haber un cambio forzado.
    Estos editores responden a un criterio de mercado, nunca a uno de humanismo.

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